En torno a la utilidad de la sintaxis, de la morfología y de la semántica
"¿Sirve para algo aprender sintaxis, morfología y semántica?"
El entrañable Yoda aún no sabe para qué sirve la sintaxis. Muchos de nosotros (porque sí, algún día formamos parte de ese colectivo del que hoy intentamos distinguirnos) tampoco lo supimos cuando vimos en la pizarra por primera vez el sujeto y el predicado, por no hablar de la infinitud de complementos que debíamos memorizar a la ligera.
¿Para qué? Para mejorar la expresión escrita, dicen unos; en vano, señalan otros, acompañando su discurso con que la enseñanza de la Lengua debería limitarse a enseñar a hablar y escribir y a escuchar y a leer. Personalmente, estoy de acuerdo con Silvia Gumiel en que, dado que la lengua constituye una herramienta comunicativa, su desarrollo debería potenciarse transversalmente desde todas las disciplinas, pues todas necesitan de ella. Sí, es cierto que como docentes de Lengua y Literatura Castellana deberíamos potenciar las destrezas de los alumnos en esta dirección, aunque considero que limitarnos a ello conllevaría desechar una gran cantidad de aprendizajes de gran valor. La gran mayoría de los alumnos no serán lingüistas, es cierto, y probablemente la enseñanza de la gramática tampoco sea la vía más rápida y eficaz para mejorar las destrezas básicas de la lengua. Si en algún momento de la historia dejáramos de dividirnos en bandos irreconciliables, podríamos plantear que quizá convenga un poco de todo en su justa medida.
No soy partidaria de las justificaciones del tipo de "si algún día eres informático te darás cuenta de que la programación se asemeja a la gramática" o de rizadísimos rizos como "si algún día eres médico especialista en trastornos del habla, necesitarás conocer los entresijos de la sintaxis para hacer una descripción efectiva de la patología de tu paciente". Tampoco creo que sean necesarias. Nos encontramos ante una digna y rica disciplina que, tan solo por su naturaleza y su presencia en nuestro día a día merece ser descubierta y estudiada. Si la utilizamos día a día más que ninguna otra cosa, ¿por qué nos empeñamos en desconocerla?
Porque sino, reduzcámoslo todo al ¿y esto para qué? y quedémonos sin nada. Porque, ¿de qué me sirve a mí saber hacer derivadas para mi vida personal y/o para mi carrera profesional como docente de Lengua y Literatura Castellana? Lo que quiero decir es que, por la misma regla de tres por la que en lengua tan solo deberíamos trabajar la comprensión y expresión oral y escrita, podríamos decir que en el ámbito de las matemáticas, con sumar, restar, dividir y multiplicar iríamos sobrados. Y el que diga lo contrario, en referencia al artículo de Silvia Gumiel, es un tiquismiquis de la tortilla sin cebolla.
¡Qué dilema el mío!: me gusta tanto la tortilla sin cebolla como la de con cebolla.
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